Corianos y visitantes disfrutaron en un Real que presentó carencias respecto a otros años
Hubo casetas que sólo montaron la portada, otras que se alquilaron y alguna que desapareció
La Feria de Coria 2011 transcurrió con las pautas que marcan los tiempos que corren. La crisis se notó, tanto en la afluencia de público como el propio gasto en la celebración. También en las carencias o recortes en el Real con respecto a otros años, en la limpieza y acondicionamiento del mismo. Aumentó el número de casetas que sólo montó la portada para no perder la ubicación y antigüedad, e incluso hubo quien renunció y cerró el chiringuito. O quienes alquilaron su estructura privada para disfrute de otros.
El fin de semana se vivió un aumento en las visitas al recinto ferial, después de unos primeros días cortitos con sifón (o manzanilla, dado el caso). De todos modos, no se llegó a vivir esa afluencia masiva que antaño venía acostumbrando una de las ferias más antiguas de la provincia de Sevilla. ¿Recuerdan cuando no se cabía en el Real? Ni que decir tiene que se disfrutó, aunque estas apreciaciones siempre puedan ser puntualizadas por barrios, pero tanto pequeños como mayores tienen en estos días de asueto y diversión una oportunidad única para hacerlo.
Si no que se lo pregunten a esos jóvenes que han tenido la oportunidad de dejar sus ‘clubs’ en alguna ubicación (cochera) más o menos cercana a la Feria y vivirla de primera mano, con una caseta. Aunque alquilada, eso sí, a unos legítimos propietarios que, por hache o por be, decidieron no hacer uso de ella este año. Eso no se puede hacer, está prohibido, pero a fe que se ha hecho. Y era envidiable, por cierto, el ambiente, el colorido y la diversión que han propiciado durante estos días, sobre todo en el sector de casetas colocados a la trasera del estadio Guadalquivir.
Una de las pretensiones del Ayuntamiento coriano al mantener la Feria local, amén del aspecto lúdico, era la creación de empleo. En muchas poblaciones del entorno la crisis ha ido más allá y se han suprimido estas celebraciones o transformado en veladas de unos días. Es cierto que da trabajo, y que hay personas que ven un poco aliviada su economía tras una semana de intenso trajín. También es verdad que una cosa lleva a la otra y que con más movimiento monetario las ganancias de unos habrían sido mayores. Pero la coyuntura aprieta. Y tanto que el Real de la Feria presentaba un aspecto casi desaliñado, con un albero en pésimas condiciones (no para los caballos) y una portada que nada tenía que ver con la de las últimas ediciones.
Algunos operarios de la empresa que gestiona la recogida de residuos, de la basura, se afanaban por ir manteniendo limpio el recinto ferial, pero por ejemplo los riegos y baldeos del suelo sólo se han producido en algunas zonas. En esto llama la atención el aspecto y la situación que atraviesa el Paseo Carlos de Mesa,
emblema de Coria desde hace tanto e indisoluble con el disfrute de la Feria. Dejadez absoluta, es una definición, tanto en lo que concierne a jardinería, limpieza y el acondicionamiento de un albero que –en ese parque que sigue siendo precioso, pero ahora de otra forma–, es hoy un cúmulo de baches. El paseo fluvial es otra virtud de la celebración coriana, una suerte sin duda. Pero de un solo vistazo se presentaba el aspecto desolador de una margen del río plagada de residuos feriantes. Bien que algunos tengan la obligación de limpiar, pero también ha de imperar un tanto el civismo y evitar, por ejemplo, seguir viendo al Guadalquivir y sus orillas como un lugar ideal para arrojar basura.
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